(Nota: Casi todos los enlaces están en inglés.) Nunca más me sorprenderé tanto con un destino turístico como con las pirámides de Teotihuacán a mediados de los años 1990. Estuve en México ese verano para estudiar español, me había apuntado a la excursión de un día por diversión, sin tener ninguna idea previa de lo que vería allí.
Me quedé asombrado. Cualquier adjetivo se queda corto respecto a cómo me sentí. Algunas otras atracciones turísticas pueden ser más espectaculares, pero ya tenían una reputación conocida, al menos por mí. Nunca había leído una palabra sobre el antiguo Teotihuacán mesoamericano mientras crecía en los EE. UU.
Sin embargo, el segundo lugar en esta lista de maravillas turísticas lo ocupan ahora los monumentos del siglo XV del Imperio Timúrida que visité a principios de este mes en Samarcanda, Uzbekistán.
El conquistador Amir Timur se consideraba sucesor de Gengis Kan y dirigía un reino que abarcaba el actual Irán, Irak, Afganistán y gran parte de Asia Central. Samarcanda era la capital. Mi investigación sobre el viaje no me preparó para lo que sentiría al pasear ante la imponente madraza del Registán o entre los mausoleos de Shah-i-Zinda. No es lo mismo ver vídeos en youtube.
Los hablantes de ruso ya conocen el turismo aquí; después de todo, Uzbekistán era una república soviética. Para los occidentales, sin embargo, Uzbekistán puede ser el destino turístico más importante del que nunca han oído hablar.
El resto de este artículo aspira descaradamente al tedio. Los posibles visitantes pueden encontrar listas históricas y destacadas en otros sitios web. Puedo agregar valor contándote cómo me desenvolví. Para un viajero solitario sin dominio del ruso, Uzbekistán es un viaje desafiante.
¿VISADO?
Los españoles no lo necesitan. Los estadounidenses sí necesitan uno, a menos que visiten el país durante treinta días o menos y sean menores de dieciséis años o mayores de cincuenta y cinco (como yo). Hice una copia impresa del texto relevante del sitio web de la Embajada de Uzbekistán, pero nunca me preguntaron ni me pidieron que proporcionara una visa mientras viajaba.
VIAJE AÉREO
No es improbable que llegues por Turkish Airlines. Yo lo hice, y supuse que la buena disposición de la reserva en línea de TA para sugerir y vender un viaje con un transbordo de una hora en Estambul Internacional tenía que significar que una hora sería tiempo de sobra.
Ja, ja, ja. Nunca más. Un traslado IST de dos horas, sí; una hora, no. Mi vuelo desde Madrid aterrizó al final de la sala F; mi salida fue por la puerta A9. El aeropuerto internacional de Estambul es enorme. Tim, jadeando y sudando, llegó a tiempo a la A9, pero se enteró de que mi asiento asignado ya no estaba disponible. Acepté un reemplazo, escuché “embarque completado” cuando entré al avión y noté las miradas cínicas de mis compañeros de vuelo mientras resoplaba por el pasillo. Me habían catalogado como un informal que no sabe llegar a tiempo al aeropuerto.
TELÉFONO CELULAR
Un empleado de mi proveedor de telefonía móvil me rogó que cambiara a una tarjeta SIM de prepago en Uzbekistán. (Aún no he probado las eSIM.) Los costes de la tarjeta SIM española en Uzbekistán eran prohibitivos.
Llegué al aeropuerto internacional de Tashkent sobre la una de la madrugada y me alegró encontrar abierto el ‘centro de información turística.’ Sí, podían venderme una tarjeta SIM de prepago de UZTelecom. En los foros me habían recomendado otros proveedores, pero la SIM de UZTelecom funcionaba bien, al menos después de que el empleado ajustara la configuración del ‘Access Point Name‘ en Android.
Creo, pero no estoy seguro, que otro quiosco de un proveedor de telefonía móvil estaba abierto a esa hora en el TAS.
MONEDA
Cuando viajaba hace una década, buscaba un cajero automático en la sala de llegadas del aeropuerto y utilizaba la tarjeta de débito de mi país para sacar moneda local. Los artículos leídos desde entonces sobre los estafadores de cajeros automáticos me han desanimado. He dado un resignado paso atrás, he vuelto al costoso y lento cambio de billetes de papel en un mostrador de cambio de divisas.
(¿Demasiado paranoico? Un artículo sugiere que podría serlo; otro dice que no. Cuando estoy en casa, trato de ceñirme a los cajeros automáticos en el interior de una sucursal bancaria).
La moneda de Uzbekistán es el SOM. No pude conseguir SOM antes del viaje, pero pude conseguir dólares estadounidenses, que según leí son ampliamente aceptados en Uzbekistán.
En el aeropuerto de Tashkent también había un quiosco de cambio abierto a la 1 de la madrugada. La mala: tendría que esperar cuarenta minutos en una larga cola para cambiar billetes con el único empleado de turno. Un cartel en el mostrador indicaba que podían aceptar euros, así que no había sido necesario cambiar dólares antes del viaje.
Retiré sólo unos 800.000 SOM y supuse correctamente que podría pagar muchas cuentas con una tarjeta de crédito de Estados Unidos o España.
Memorizar el tipo de cambio de 100.000 SOM: — €7,20 o $7,81 — me ayudó a mantener una perspectiva de los precios mientras pagaba tarifas y facturas en una moneda desconocida.
SEGURIDAD
travel.state.gov califica a Uzbekistán de seguro, y ciertamente me sentí seguro durante el viaje. Nunca me he dejado engañar por este sitio, pero los desconfiados pueden consultar en Internet otras opiniones: de España, Reino Unido, Canadá, Australia.
TREN DE TASHKENT A SAMARKANDA
Una página de Seat61 sugería alternativas, pero no tuve problemas para comprar un billete de tren en el sitio oficial: https://eticket.railway.uz/en/home . Lo que no podía hacer para un viaje con poca antelación era comprar un billete de Tashkent a Samarkanda en un tren de alta velocidad. Suelen agotarse rápidamente.
En su lugar, reservé un billete en un tren de menor velocidad: tres horas entre ciudades, en lugar de dos. Las fotos muestran mi asiento y el interior del tren. El tren salió a tiempo; el viaje fue agradable y me costó sólo €10,61. Lo haría de nuevo. Además, la experiencia puede ser más auténticamente uzbeka. Escuché una voz en inglés con acento británico mientras desembarcaba en Samarcanda, pero no encontré a ningún occidental en mi auto.
Un bloguero de viajes sugirió llegar a la estación de tren dos horas antes de la salida. Esto fue excesivo, pero no estaría de más llegar una hora antes para solucionar mi único problema importante al viajar en los trenes interurbanos de Uzbekistán: la ausencia de señalización turística, al menos en la estación de Tashkent.
Encontré el tren 716ФА a САМАРКАНД sólo porque un empleado que hablaba inglés en un mostrador de información me dijo que lo buscara en el andén 3. La señalización en la estación que probablemente pasé por alto debía de estar en cirílico. No recuerdo ninguna pantalla que indicara la salida del 716ФА ni de ningún otro tren. Tampoco vi ningún cartel que me indicara cuál era el andén; encontré el ‘3’ por deducción.
PROBLEMAS DE TRANSPORTE EN SAMARCANDA
Las principales atracciones turísticas de Samarcanda parecen agruparse en una franja diagonal, desde el complejo Gur-i Amir hasta el observatorio Ulughbek, a unos seis kilómetros al noreste. Si se puede reservar alojamiento cerca de esa franja y se puede hacer la caminata, se pueden evitar los problemas de transporte que me acosaron a mí. Organice que le recojan a su llegada en la estación de tren o en el aeropuerto de Samarcanda, y que le lleven el mismo día de su partida.
Si no puede reservar alojamiento cerca de la franja turística (como yo no pude, no con poca antelación en plena temporada turística), probablemente no obtendrá mucha ayuda de los servicios de tránsito de la ciudad. La línea de tranvía número 2 transportará a los visitantes desde la estación de tren hacia y desde el centro turístico, pero eso es todo. Escritores en foros en línea no tuvieron palabras amables para los autobuses de Samarcanda.
Eso deja a los taxis.
Puede que me lo haya puesto difícil. Algunos países occidentales han sancionado o bloqueado la aplicación rusa de taxis/entregas YandexGo, pero probablemente podría haberla descargado con una tarjeta SIM de Uzbekistán — y sin duda podría haberlo hecho a través de APKPure o APKMirror — y he leído que funciona bien en Uzbekistán. Merece la pena saberlo, pero no me entusiasma la idea de instalar una aplicación dudosa procedente de Rusia. Uber no ha llegado a Uzbekistán. Tendría que pedir un taxi en la calle.
¡Caos total! ¡Salvaje Oeste! ¡Una anarquía!
Un empleado del hotel me dijo que un viaje al centro turístico no debería costar más de 28.000 SOM, nunca más de 30.000. Esto era cierto… cierto, es decir, para los viajes en taxi que el hotel organizaba para mí. Además, los conductores convocados por el hotel se comportaron profesionalmente, condujeron taxis en buenas condiciones y navegaron con una aplicación de taxímetro que mostraba cuánto debía pagar.
¿Qué hay de los taxis que paré en la calle?
Los taxistas no llevaban taxímetro, no conducían vehículos en buen estado y a veces mostraban una imaginación uzbeka muy desarrollada en los precios que pedían por el viaje. Además, ninguno entendió mi impreso con la ubicación de mi hotel, a pesar de estar redactado en ruso con un mapa. En un momento dado, con el rabo entre las piernas, tuve que ir al hotel Mövenpick en el corazón de la zona turística (y lleno hasta la bandera) para suplicar a un empleado que pidiera un taxi para mí, a pesar de que no era huésped. ¡Gracias, Mövenpick!
El peor de los casos: después de un cuarto de hora de no poder convencer a un taxi para que se detuviera, logré marcar un cacharro en Toshkent yo’li. ¿Cuánto por un paseo? El conductor miró lascivamente: 200.000 SOM. Es posible que mi tarifa haya pagado un nuevo trabajo de pintura.
200.000 sum equivalen a unos 14,33 euros. Ése es el único lado positivo que puedo ofrecer a los turistas potenciales: en un país tan poco caro, el truco más imaginativo de un taxista probablemente no te obligará a saltarte comidas. Aun así, es difícil sentirse bienvenido cuando te cobran siete veces más de lo habitual.
CACHIVACHES
(♦) El Bellissimo Pizza de Orzu Makhmudova me vendió una excelente pizza vegetariana, a diferencia del ‘disaster-on-dough’ que mencioné en mi artículo sobre Wuppertal. Desafortunadamente, mi comida coincidió con la visita después de la escuela de una docena de niños de secundaria, monitoreados por un padre acosado que frecuentemente dejaba a sus alumnos solos para poder hablar afuera con su teléfono celular. Los compañeros profesores pueden adivinar lo espléndidamente que se comportaron estos muchachos mientras papá estaba afuera.
(♦) Un local me dijo que las vistas de Bukhara son iguales a las de Samarcanda. ¡Puedo volver!